Esta escena de la vida real, que bien podría formar parte de la más extravagante de las historias de ciencia ficción, se desarrolla en un sistema galáctico binario muy lejano, conocido como 3C321. Hay dos galaxias que giran en órbita, una alrededor de la otra. Un agujero negro supermasivo, ubicado en el centro de la galaxia más grande de ese sistema, arroja un chorro en dirección de su compañera más pequeña.
Chorros como este, producidos por agujeros negros supermasivos, generan enormes cantidades de radiación, en especial rayos X y rayos gama, los cuales, en grandes cantidades, pueden resultar letales. La combinación de los efectos de esta radiación y los de las partículas que viajan en el espacio prácticamente a la velocidad de la luz podría resultar muy dañina para la atmósfera de planetas que se encuentren ubicados en la trayectoria del chorro. Las capas de ozono que protegen la atmósfera superior de los planetas, por ejemplo, podrían ser destruídas.
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